jueves, 17 de noviembre de 2011

El PARLACEN, ¿un reducto y escondite político para ex gobernantes guatemaltecos?

Desde hace ya algún tiempo tenía este tema en el tintero, pero ante la serie de sucesos que han venido suscitándose, vuelvo nuevamente a cuestionarme: ¿se justifica la existencia de un Parlamento Centroaméricano –de la forma en que está creado- en la región? y específicamente, ¿resulta verdaderamente una ventaja para Guatemala este organismo?

En las pasadas elecciones del 11 de septiembre, en que la elección de diputados para el PARLACEN fue también objeto de escrutinio, se hizo evidente no solo la falta de conocimiento de la población en general acerca del trabajo del PARLACEN, sino que además, mediante el voto en blanco o nulo en éste rubro, se demostró el descontento generalizado del guatemalteco hacia el trabajo de este organismo, hacia quienes lo integran y hacia la falta de propuestas reales de “integración centroamericana” que provienen de él.

El Parlamento Centroamericano, surge por iniciativa del gobierno de Panamá en 1983 y fue suscrito y ratificado por Guatemala en 1987. El PARLACEN cobró plena vigencia, el 28 de octubre de 1991, cuando su primera Asamblea Plenaria se instaló oficialmente en la Ciudad de Guatemala. En sus inicios, el objetivo estaba centrado en la búsqueda de una solución negociada al conflicto centroamericano –recordemos los conflictos armados internos y las tensiones al respecto en la región-, bajo los principios de autodeterminación, no intervención, desmilitarización y democratización.

Durante la semana recién pasada, como uno de los puntos de interés dentro de un seminario impartido por la Corte de Constitucional –CC-, se trató el tema del PARLACEN y de la sentencia que, en el 2004 esa Corte emitió y que tuvo como resultado, entre otros, y solo con respecto a los diputados representantes de Guatemala ante dicho organismo regional, la prohibición de la inclusión del Presidente y Vicepresidente (inmediatamente después de terminar su gestión) al PARLACEN, bajo el criterio que, los diputados que lo integran son electos de forma democrática mediante sufragio electoral, y por lo tanto, al terminar su mandato, quienes fungieron en los cargos de Presidente y Vicepresidente, vuelven a ser ciudadanos comunes, sin ninguna inmunidad ni garantía especial que no sea la que la Constitución, tratados internacionales en materia de derechos humanos y las leyes ordinarias internas del país le otorgan, por lo tanto, vulnera entonces el principio de igualdad el permitir la inclusión inmediatamente después de los funcionarios mencionados, sin estos haber sido electos de forma democrática como todos los demás diputados que lo integran.

En aquel entonces, después de la sentencia emitida por la Corte de Constitucionalidad en ese aspecto, estaban próximos a integrarse al PARLACEN el ex presidente Alfonso Portillo y su ex vicepresidente Reyes López. La actitud de dicho órgano regional, no obstante su labor es meramente consultiva y los principios rectores incluyen el de “no intervención”, fue la de desconocer la sentencia dictada por la Corte y así permitir la integración de Portillo y Reyes López bajo el argumento que han generado fuertes discusiones jurídicas, de que “la Corte de Constitucionalidad no tiene ninguna jurisdicción sobre el PARLACEN por ser éste un órgano internacional”. Y fue, precisamente por ello y por la inmunidad que, haciendo uso de documentos diplomáticos emitidos por el PARLACEN, Alfonso Portillo, en el 2004, viajó a El Salvador y de ahí a México, al sentirse desprotegido y en riesgo de procesos en su contra, dos días después de perder la inmunidad que le otorgaba el ser parte de dicho órgano regional.

Nuevamente y ante la falta de certeza que existe en este aspecto (que, en lo personal, no debería existir porque la sentencia emitida en el 2004 por la CC es clara), con el cambio de gobierno volvemos a preguntarnos –cómo sucedió con el cambio de gobierno anterior- ¿se integrará al PARLACEN, con todas las prerrogativas e inmunidades Álvaro Colom y Rafael Espada?, y más preocupante aún, ¿será el PARLACEN el organismo que les brinde un buen escondite y les garantice inmunidad, al terminar su gestión, para considerarse libres por un tiempo más del escrutinio de la justicia guatemalteca?


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 17 de noviembre de 2011.

Mujer con dignidad, siempre. Feminista, jamás.

Soy mujer, y como tal, simplemente por mi naturaleza de “ser humano” no puedo obviar la historia que, estoy consciente, relevó a la mujer durante siglos a un segundo plano, que la puso en situación de un ser inferior frente a la figura masculina y ha contribuido a abusos de todo tipo en su contra.

Desde las enseñanzas y las tradiciones religiosas, culturales y familiares se creó un círculo vicioso que permitió un adoctrinamiento en contra de nosotras, las mujeres.

La iglesia -y no solo la de tradición cristiana- se encargó de interpretar para nosotras (y a su conveniencia) la “palabra de Dios” de cuenta que, enseñanzas como: Los hombres son la cabeza del hogar y, mujeres, ser sumisas a sus esposos, entre otras, castigaban so pena del infierno a toda aquella que buscara una igualdad de derechos y responsabilidades. Más peligroso aún, a toda aquella que buscara mediante la separación conyugal parar los abusos físicos y psicológicos porque el matrimonio es para toda la vida y Dios dice que “el amor todo lo soporta”.

Por otro lado, y ante la cultura impuesta de la mujer como encargada únicamente del hogar y el hombre del sustento de la familia, no solo se cerraron oportunidades laborales para nosotras, las mujeres, sino que siguiendo el círculo vicioso, las mujeres se convirtieron en las principales adoctrinadoras de dicho pensamiento inequitativo. Frases como: “sírvele a tu hermano, que él es hombre” o “él puede salir porque es hombre, tu eres mujer y te quedas en casa” aún se repiten en los hogares guatemaltecos.

Para toda acción hay una reacción, mujeres que se atrevieron a ser diferentes y a luchar, mujeres que a lo largo de la historia sobresalieron en las distintas ramas en las que se desempeñaron. Mujeres que creyeron e inspiraron a otras a creer en sí mismas y en su potencial, que fueron las precursoras de generaciones que se extienden cada vez más de mujeres con dignidad, que se preparan académicamente, que son capaces de demostrar laboralmente su capacidad, que dicen valientemente “no” cuando no están de acuerdo, que deciden libre y responsablemente sobre su vida sexual y que van ganándose su lugar a pulso demostrándose a sí mismas y a los demás, su valor como mujer, como madre, como profesional, como esposa, como… como… como…

Estoy completamente de acuerdo con la lucha a favor de la igualdad de derechos, de oportunidades, igualdad ante la ley y, -ojo con esto- igualdad también de responsabilidades pero jamás se puede llegar a pensar en una completa y total igualdad de género. Mujeres y hombres no somos iguales y jamás lo seremos, de ahí la belleza de la naturaleza, permitir que constituyamos un complemento unos con otros. Al estar conscientes, como mujeres, que el género al cual pertenecemos tiene por naturaleza, sus ventajas y sus limitaciones, y aprender entonces a amar ambos lados de la moneda, no podemos entonces pretender una igualdad total de género porque esto representaría querer equipararnos en todo ámbito cuando las diferencias son obvias, por ejemplo, nuestra fuerza muscular es menor, pero la equiparamos con la fuerza de espíritu que nos hace ir más allá de las fuerzas físicas.

Los extremos a lo largo de la historia se ha demostrado que son perjudiciales, aun cuando este extremo tenga como fin la reacción ante una situación. El machismo, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se entiende como “Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” pero el feminismo, a los extremos que ha llegado en la actualidad es igual de perjudicial.

El feminismo surgió en respuesta al machismo como una forma de lograr la igualdad, pero ahora, pareciera que más que buscar la equidad, se centran en la denigración del hombre buscando poner lo masculino en inferior grado y subordinado a lo femenino, entonces hace pensar si realmente se pretende paridad de derechos, obligaciones y oportunidades o solamente se piensa en tratar de cambiar los papeles como una revancha histórica.

En Guatemala, por ejemplo, nuestra propia Constitución en su artículo 4 establece que “En Guatemala todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos. El hombre y la mujer, cualquiera que sea su estado civil tienen iguales oportunidades y responsabilidades. (…)”[1] ¿Por qué entonces, si así se establece, igualdad ante la ley, nos hemos obstinado tanto en que leyes como la Ley contra el Femicidio y otras formas de violencia contra la mujer o la Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia intrafamiliar van a resolver el problema legislando contra el género masculino (en pro del género débil –y para ello si aceptamos que somos el género débil-) de forma tan notoriamente inconstitucional? Como una pequeña muestra, el objeto de la Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia intrafamiliar: “brindar protección especial a mujeres, niños, niñas, jóvenes, ancianos, ancianas y personas discapacitadas (…)” ¿acaso no lo que se debe proteger es a la familia y castigar al agresor cualquiera que sea (hombre o mujer)?, ¿dónde queda la igualdad ante la ley entonces? Y con la Ley contra el femicidio, ¿acaso las estadísticas no demuestran que, aun cuando la población guatemalteca es mayoritariamente femenina, el mayor grado de muertes violentas es contra hombres?, ¿no se deberá entonces que las mujeres somos (salvo algunos casos concretos) más víctimas por participar en actividades en que antes no nos involucrábamos que por el simple hecho de ser mujeres?, ¿acaso ya nuestro ordenamiento jurídico no tenía contemplado los delitos de asesinato y homicidio?, y más importante aún, si al Ministerio Público le es tan difícil probar un delito, en este caso concreto contra el bien jurídico protegido de la vida, ¿no es aún más complicado pretender que prueben también que los motivos del mismo fue el menosprecio hacia la mujer? Si una ley en contra de la igualdad bajo el fundamento de proteger a grupos vulnerables fuera la solución, legislemos entonces la “Ley contra el Chofericidio”.

Se promueve también como parte de las metas feministas, la despenalización y legalización del aborto, en todos los casos en que la mujer no desee ser madre bajo el lema “yo soy dueña de mi cuerpo” (y hago con él lo que me plazca en gana). Claro, como mujer soy dueña de mi cuerpo pero para ser responsable y decir “no voy a tener relaciones contigo si no usas preservativo”, soy dueña de mi cuerpo y por lo tanto, responsable de lo que haga con él y de las consecuencias de mis actos.

Pero la legalización del aborto, feministas extremas en otros países del continente lo llevan más allá: aborto legal y gratuito para quienes así lo deseen. Es decir, pretenden que los impuestos de la población cubran las consecuencias de la irresponsabilidad sexual de una pareja cuya mujer, en extremo feminista, dice ser “dueña de su cuerpo” para no querer cargar las consecuencias de una irresponsabilidad, pero no supo ser “dueña de su cuerpo” para decir NO (pudiendo hacerlo) ante una relación sexual irresponsable y sin un método que pudiera haber prevenido un embarazo no planificado. Total, en todo caso le vendría mejor, más barato un aborto que un condón. En todo caso, y en pro de la protección de las mujeres ¿no vendría mejor invertir en educación, prevención antes de reacción ante la irresponsabilidad?

Los extremos no son la solución, la revancha de género tampoco. Lo importante es el justo medio. Si ser feminista implica ya no solo la igualdad ante la ley, de oportunidades y de responsabilidades sino buscar una subordinación del “macho”, una denigración del hombre frente a la mujer, una lucha en pro de leyes proteccionistas y tutelares solamente para la mujer sin atender al caso concreto y una libertad sin responsabilidad de mis actos; entonces como mujer puedo decir que ¿feminista yo? JAMÁS. La dignidad, el valor, la profesionalización, la igualdad de ley es una cosa; la búsqueda de una venganza histórica irresponsable y en menoscabo de otros, es otra cosa muy distinta.


[1] El subrayado es propio.


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 10 de noviembre de 2011.

Tradiciones de altura

Este año es la primera vez que tengo la oportunidad de asistir al Festival Internacional de Barriletes Gigantes en Sumpango, Sacatepéquez a ver esta maravillosa tradición que se celebra el 1 de noviembre la cual, no solamente incluye la exposición de barriletes de más de 15 metros de diámetro, sino la elevación de los de mediano tamaño – de 3 a 6 metros de diámetro-. ¡Vaya si no me causa pena admitir que siendo esta tradición realizada tan cerca de la Ciudad de Guatemala, sea hasta los 25 años que me digno a conocerla en vivo y a todo color!

Al estar frente a tan majestuosa exposición de arte, no pude más que maravillarme de la cultura y las tradiciones que, a pesar de las precarias condiciones de muchos lugares en este país, aún se conservan. Al lugar asistieron, según los noticieros de esa noche, más de cien mil personas a disfrutar del evento, entre los cuales hubo un pequeño porcentaje de turistas extranjeros, todos los demás, incluyéndome, turistas en nuestra propia tierra.

Es realmente una pena que, según comentarios de las personas del lugar, la cantidad de personas extranjeras que visitan el evento, año con año ha ido disminuyendo, producto sobre todo, de la violencia que se vive en Guatemala y de la mala imagen que como país tenemos internacionalmente en materia de seguridad (lo cual resulta hasta cínico si tomamos en cuenta que recientemente Guatemala ha sido elegido para formar parte de los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU). Guatemala se encuentra según el Global Peace Index 2011[1], de los países de los que se registran datos, en el puesto 125 de los países más pacíficos del mundo ¡de 153! Es decir, Guatemala no solo es dentro de este índice internacional el 28 país más violento del mundo sino que además está catalogado como el segundo más violento en América (superado el nivel de violencia únicamente por Colombia). Con los datos anteriores, ¿qué turista querría arriesgarse por muy bello que sea el país con todo y su fauna, flora y tradiciones?

Nuestra Guatemala es un país que cuenta no solo con recursos naturales extraordinarios, paisajes hermosos y bellezas naturales muy apreciadas internacionalmente, sino además, por una cultura y tradiciones impresionantes. Los colores se entremezclan en cada una de nuestras tradiciones para formar una amalgama armónica de diseños, barriletes gigantes, alfombras de Semana Santa, bailes de moros, nacimientos navideños y artesanías son solo algunos ejemplos. La riqueza gastronómica pasa desde los dulces típicos hasta platillos complejamente elaborados como el fiambre que por estas fechas está muy de moda. Guatemala podría ser, con todo el potencial que tenemos, uno de los destinos turísticos más cotizados, si tan solo demostráramos al mundo que estamos preparados y dispuestos para invertir en seguridad y una infraestructura vial que no sucumba a la primera semana de lluvia.

Guatemala es el país de las oportunidades. Albert Einstein decía que “La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.” Es hora de volver a apostarle al turismo como una de las mayores actividades de ingresos y como una oportunidad de crecimiento económico, pero ante todo, es hora de apostar por nuestro propio país, de conocerlo mejor y de amarlo, de proponernos apreciar las bellezas que nada tienen que envidiarle a otros destinos fuera del país y que además ¡son naturales!

El visitar este año rinconcitos escondidos de mi país como Las Georginas en Zunil, beber el deliciosocaldo de frutas de Salcajá, participar de la feria de Totonicapán, comer fiambre, paches, chuchitos y demás delicias y ver en el aire gigantescas estructuras de bambú y papel de china me recuerdan de nuevo que Guatemala representa más que un número negativo en un ranking, Guatemala representa oportunidad, cultura, desarrollo en potencia, tradiciones.

Es hora de estar dispuestos a empezar nosotros mismos, los guatemaltecos, a cambiar nuestra mentalidad derrotista, a amar Guatemala pero también, es hora de darnos la oportunidad personalmente y de enseñar a las futuras generaciones que en realidad existe, en este país, ese colorido y bellezas que vemos muchas veces solamente en fotos de internet y se encuentran a pocos kilómetros de nuestra casa, es hora de salir a tomar de la mano a la naturaleza y aventurarnos a conocer más allá de la Guatemala de los periódicos y la violencia. Es momento de vivir nuestra Guatemala y nuestras tradiciones de altura.


[1] Índice de paz global. http://www.visionofhumanity.org/gpi-data/#/2011/scor/


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 3 de noviembre de 2011.

Cáncer, una segunda oportunidad de vivir

Octubre, desde hace ya algún tiempo, se ha destacado por ser el mes en el que se le da más énfasis a la concientización de la prevención para la detección temprana del cáncer y por tanto, para que con el tratamiento en las primeras fases del mismo, pueda erradicarse y salvarse la vida de quien lo padece.

Mucho se ha dicho ya, sobre todo en esta última semana en la que el miércoles 19 se celebró el día mundial contra el cáncer de mama, de la importancia de que como mujeres -no limitándome a éste género- seamos responsables para con nuestra vida y para con nuestros hijos (si los tenemos) y familiares de realizarnos los chequeos médicos pertinentes para su correcta detección temprana. Nos enteramos por los medios de comunicación de las estadísticas y de cómo, año con año, aumenta el porcentaje de mujeres que padecen cáncer cervical y de mama (los dos tipos de cáncer que más vidas de féminas cobra alrededor del mundo) pero también de cómo, cual luz de esperanza, quienes lo han detectado en sus primeras etapas, logran con esfuerzo y con el tratamiento adecuado, salvar su vida.

No soy médico, ni mucho menos especialista en el tema, pero sé de cerca lo que significa el cáncer. Escuchar el diagnóstico, sea de uno mismo o de un familiar cercano –como fue mi experiencia-, se siente como una sentencia de muerte. Había visto y me había enterado de cómo familiares no tan cercanos iban poco a poco perdiendo la lucha contra el cáncer. Todos los hermanos de mi abuela materna fallecieron de cáncer, pero fue devastador cuando en el 2006, fue a mi abuela a quien se lo detectaron (pero no a cualquier abuela, sino a la que vivió conmigo desde que tuve uso de razón… mimamaíta).

En aquel entonces la sentencia de muerte produjo en mí una sensación de impotencia, pero más que todo, una especie de rencor hacia el mal que, en poco tiempo, había tomado el cuerpo de quien tanto amaba. En esos días también en mi tío había sido detectado el mismo mal: Cáncer. Mientras mi abuela, no pudo vencer el cáncer, llegando rápidamente a una metástasis y posteriormente al descanso final del sufrimiento que durante aproximadamente un mes la consumió, mi tío logró, no sin grandes sacrificios y múltiples visitas al oncólogo, ganar la batalla. De ahí la importancia de la detección temprana.

La prevención es el principal aliado contra esta lucha. El cáncer es una de las enfermedades de moda en un mundo donde el estrés, los malos hábitos alimenticios, el sedentarismo, tabaquismo, alcoholismo, sobrepeso y otros factores de riesgo están a la orden del día. Es primordial readecuar nuestros hábitos y prioridades si deseamos mantener nuestra salud y calidad de vida. Pero no se trata solamente de detección temprana sino de actitud. Nunca dejar de luchar.

En lo personal, no lo niego, la palabra cáncer aún me aterra, como un fantasma al acecho, pero ahora más que nunca estoy consciente de la necesidad de unirse para luchar contra él. Antes cáncer para mí significaba muerte, ahora significa la lucha para una segunda oportunidad de vida. En la actualidad son muchas las formas en que podemos ayudar y ayudarnos. Existen fundaciones en nuestro país en las cuales podemos hacer donaciones económicas, pero también de nuestro tiempo como voluntarios, podemos también en pocos segundos y aprovechando la tecnología difundir el mensaje y por qué no, obsequiarle a nuestra madre, esposa, hija, novia, etc. el costo de los exámenes, éste sería un verdadero regalo de amor.

No es un juego, hay que tomarlo muy en serio. Primero la prevención, la detección temprana y ante la enfermedad, no dejarnos vencer. Esperar se cumpla la sentencia de muerte sin luchar sería una verdadera falta de respeto a todos aquellos que han llegado hasta las últimas consecuencias venciendo así el cáncer, pero también, una falta de respeto a la memoria de quienes, murieron luchando y se convierten, con su ejemplo, en verdaderos modelos de vida. Con toda mi admiración, un merecido homenaje a todos ustedes.


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 20 de octubre de 2011.

jueves, 20 de octubre de 2011

Yo, Narco


Guatemala, 13 de octubre de 2011.

Muy estimado lector:

Soy narcotraficante. Perdone el destinatario si obvio el saludo pero con las primeras dos palabras es más que suficiente para que se me excuse de tal falta de delicadeza y de cortesía.

Mi nombre no es importante para efectos de esta carta. Lo importante es lo que hago. Sí, me dedico a la producción, venta y distribución de droga, entre otras cosas. Un negocio, para qué negarlo, bastante productivo y muy bien remunerado económicamente hablando, un negocio donde el mayor riesgo no es la quiebra, sino la muerte.

Mi empresa, y es así como me gusta verla, es como cualquier otra, excepto que no me inscribo en el Registro Mercantil, no presento declaraciones de impuestos a la SAT, no doy factura y jamás tendré que presentarme a un juzgado de trabajo por un problema laboral.

Como en cualquier otra, mi empresa cuenta con un organigrama bien estructurado, jerarquizado cuidadosamente y con sanciones internas muy drásticas para quienes no cumplan las expectativas o metas propuestas. Les aseguro que jamás tendré que lidiar con un sindicato. Es toda una multinacional a la que me siento orgulloso de gerenciar (perdone usted si no les adjunto una tarjeta de presentación o escribo en papel membretado).

Escucho constantemente que el problema principal de Guatemala son las muertes violentas, el crimen organizado y la inseguridad que genera el narcotráfico. No lo niego, he matado con mis manos y también he ordenado hacerlo, es necesario para dejar claro quién es la cabeza en esta empresa. En esta organización la forma más efectiva de garantizar al cien por ciento la “clausula de confidencialidad” es la muerte.

Algo tiene que tener en cuenta mi estimado destinatario, esta empresa no existiera si no fuera por usted, amable consumidor final de nuestros productos. Tampoco existiría si no fuera por todos aquellos estimados padres de familia que se despreocupan viendo como sus adolescentes se consumen en la soledad y usan nuestros eficaces productos para olvidarse de ella, total son jóvenes. También hay que reconocerles su participación activa a muchas autoridades y quienes se postulan para serlo, nos buscan como prestamistas y fuentes de financiamiento de sus campañas.

La relación lógica es fácil, a ningún empresario le interesaría promover y vender un producto que nadie consume. En la ecuación empresarial es necesario alguien que ofrezca el producto, pero más que eso, alguien que lo demande: el consumidor final. Es por ustedes, beneficiarios de nuestros productos y servicios que nos esforzamos por mantener nuestra calidad (aun y cuando no podríamos aspirar a certificación ISO). Nosotros, nuestra empresa constituimos una importante fuente de ingresos en este país donde la tasa de desempleo y oportunidades se incrementa día a día.

Contrariamente a lo que se puede pensar, no nos interesa que se legalice nuestro producto, eso nos permite mantener precios altos y seguir luchando por el monopolio en la región. Mientras más incremente la demanda y los oferentes del producto sigamos siendo los mismos pocos empresarios arriesgados en esta área del comercio, las ganancias serán mayores (no olviden que a los ingresos, aún hay que restarles los costos de producción, venta, distribución y prebendas a todos aquellas autoridades que nos apoyan). Tampoco nos interesa pagar impuestos y que se nos fiscalice.

Después de todo, no somos nosotros los responsables de todas las muertes que se nos atribuyen, solo somos la punta del iceberg y el chivo expiatorio para muchos asesinatos que el Ministerio Publico no se ha dignado a investigar. De las muertes que sí somos directamente responsables, les aseguramos que es un precio mínimo a pagar, todo lo hacemos por ustedes (indirectamente responsables), por mantenernos en el mercado para que puedan seguir disfrutando de los beneficios que nuestra existencia les proporciona: bienes y servicios de calidad.

Me despido no sin antes agradecerle su preferencia en el consumo y en todo caso, si no es consumidor, le agradecemos su indiferencia que nos proporciona las condiciones propicias para seguir operando.

Atentamente,

Yo, narco.


*ADVERTENCIA: La forma en que se encuentra redactado el presente artículo, corresponde únicamente al recurso literario que la autora quiso darle, para efectos ilustrativos del mensaje que desea expresar al lector.


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 14 de octubre de 2011.

¡Feliz Día del Ultraje!

¡Una niña fue ultrajada! Se llamaba Yatzil, en su idioma, su nombre significa “cosa amada”. No era más que una niña, con la tez del mismo color que la tierra que la vio nacer, cabello negro como la noche en luna nueva, sus ojos negros y brillantes como pepitas de zapote y sus dientes cual mazorcas de maíz blanco empezándose a desgranar. Yatzil gozaba de la ingenuidad y la inocencia de quien en sus primeros años descubre la vida y aprende a vivir. Su creatividad e intelecto eran privilegiados. Cantaba melodías que sus padres le habían enseñado como parte de su herencia cultural y llevaba en su cuello un collar, también heredado, de oro y jade.

El agresor fue un extranjero que le llevaba, a la víctima, muchos años de ventaja, un foráneo que llegó al lugar por equivocación porque ahí le llevó el destino. Llegó cargado únicamente de experiencia, en su mente, la creencia de verdades absolutas que jamás se atrevió a cuestionar. En su haber solo tenía recuerdos de guerras pasadas, de exterminios que había liderado, un matrimonio por conveniencia y sus bolsillos casi en quiebra por sus constantes despilfarros. El extranjero llevaba hambre de oro, sed de poder, lujuria acumulada cosida a la piel.

El extranjero observó a lo lejos a Yatzil entre los maizales, la vio jugar con las aves, cantar con el viento, correr, saltar, reír… Le ardió la sangre, la descubrió y la creyó suya, solo pensaba en poseerla aun a la mala. Yatzil no tuvo tiempo para defenderse, no estaba acostumbrada a ese tipo de violencia, no estaba acostumbrada al fierro que le heló la sangre con el solo contacto con su piel, al olor a pólvora, a los hierros que matan más que a la vida, la libertad.

Yatzil fue violada, ultrajada, con violencia fue despojada de sus cantos y de su collar de oro y jade, humillada. Yatzil, para su agresor, era nada, inferior. No pudo correr más entre los maizales porque su pies fueron atados, no pudo cantar más con el viento, sus cantos fueron silenciados por gritos en un lenguaje que no entendía, no pudo volver a hablar con el sol porque se le fue impuesta una fe de hombres blancos so pena del infierno (cuando ya lo estaba viviendo), no pudo volver a levantar los ojos al cielo porque en su espalda cargó con el peso de la esclavitud y la explotación.

Años más tarde, cuando ya no había más jugo que sacar de esa fruta, cuando no había más que exprimir y cuando al viejo extranjero se le acabaron las fuerzas, dejó libre a Yatzil quién, 519 años después, aún sigue celebrando la fecha en que aquel extranjero la vio entre los maizales, la tomó como suya y la despojó de todo aquello que poseía. ¿Qué persona celebraría el día en que fue víctima de ultraje?

América sigue celebrando ese 12 de octubre de 1492, fecha en que Cristobal Colón, auspiciado por España descubrió América. Para hacer más absurda la conmemoración de este día, en la mayoría de países hispanoamericanos, incluyendo Guatemala, se celebra con el título de “Día de la Raza” como si la xenofobia y el racismo actual no fuera más que suficiente por si sola para continuar diferenciándonos por razas.

No tiene mucho sentido ver hacia el pasado, si no es para aprender de él. Es hora que los países hispanoamericanos nos curemos, de una vez por todas, del Síndrome de Estocolmo[1] en que estamos sumidos.

América fue descubierta y colonizada, eso es pasado. Nuevamente somos libres. América tiene mucho que dar. Si es de celebrar, mejor conmemoremos nuestra libertad con hechos concretos, es necesario dejar de ser esclavos de nuestro propio pasado, es necesario dejar de autocompadecernos y de abrir más brechas que nos separen como país, como región, como miembros de una sola raza: la raza humana.



[1] El Síndrome de Estocolmo es una reacción psíquica en la cual la víctima desarrolla una relación de complicidad o un lazo afectivo para con su agresor, principalmente en casos de secuestro.


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 11 de octubre de 2011.

Ejercer Derecho aunque los demás se vayan torcidos


¿Quién no ha escuchado palabras como “Aboganster” para referirse a un abogado? o ¿Quién no sabe o al menos ha oído algún chiste o broma, de esos que abundan y que se repiten sobre Abogados y Notarios? No creo tampoco que exista un solo profesional del Derecho que no haya tenido que aguantarse un par de esos chistes, en su cara, en alguna reunión social a la cual haya asistido.

Hace algunos años, se me brindó la oportunidad de continuar mis estudios en una de las universidades privadas de Guatemala, en la Universidad Francisco Marroquín, por medio de una beca del programa “Impulso al Talento Académico” –ITA-. En una reciente reunión de becados de dicho programa, uno de los jóvenes de primer año me preguntó ¿En qué momento decidí que quería estudiar Derecho o qué me había impulsado a tomar esa decisión? Pregunta, que para ser sincera, nunca me formulé y para la cual no tengo tampoco respuesta, aún y cuando he intentado revolver un poco el cajón de la memoria para encontrar algún indicio que me haga recordar a partir de cuándo sucedió, pero no obstante no tengo respuesta a esa pregunta, lo importante no es en qué momento, sino por qué me decidí a estudiar Derecho.

Como parte de los requisitos para optar a dicha beca, se me pedía escribir un breve ensayo sobre ¿Por qué estudiar Derecho? (habiendo mejores opciones, agregaría una amiga mía) y en el cual esbozaba ideas sobre justicia, verdad, ética, honradez, dar a cada uno lo que le pertenece, libertad, y otros valores con los cuales ensalzaba el “arte de lo bueno y de lo justo” (definición de Derecho atribuida a Celso y con la que se inicia el Digesto) y en aquella recién cumplida mayoría de edad y con la inexperiencia de quién no sabe a qué aventura se está embarcando, inicié a estudiar Derecho (y aclaro, Derecho, no leyes) y veía toda una carrera especializándome en “derechos humanos” o en todo caso “derechos del niño” (pensamiento de quién, por vocación, recién se gradúa como maestra de párvulos), para luego descubrir que los derechos humanos en Guatemala han ido degenerándose y en la actualidad no son más que una ilusión que aboga en primer lugar por los derechos humanos de los “inhumanos”, y que trabajar en este país por los derechos del niño en muchos casos no implica necesariamente trabajar por los más desprotegidos y vulnerables de la sociedad, si tomamos en cuenta el crecimiento no solo del número sino de la crueldad de los crímenes cometidos por menores de edad, aprovechándose de su situación de inimputables dentro del ordenamiento jurídico guatemalteco.

Hay que aceptar que la mala fama dentro del gremio, erróneamente generalizado en lugar de señalar a dedo, se ha ganado a pulso por muchos pseudoprofesionales que de “profesionales” no tienen nada, que se han ido poco a poco añadiendo a las listas extensas de personas que ondean la bandera de la corrupción a todos vientos sin rubor alguno. Como un ejemplo sonado de los últimos noticieros, la Licenciada Beatriz Ofelia de León de Barreda, ex presidente del Organismo Judicial y madre de Roberto Barreda De León, sospechoso por la desaparición de Cristina Siekavizza, en el cual es un secreto a voces el tráfico de influencias, el cobro de favores y la obstrucción de la justicia por parte de dicha señora.

Como el minúsculo ejemplo mencionado anteriormente (minúsculo no por insignificante sino porque es larga la lista de casos que pueden resaltarse) existen muchos casos más de profesionales del Derecho, quizá no tan sonados, enredando procesos, interponiendo infinidad de recursos improcedentes, amparos notoriamente frívolos con el objetivo de burlarse de la ley y la justicia, y por otro lado, jueces y magistrados que ostentan tan “alta investidura” de forma tan deshonrosa retrasando procesos, aceptando prebendas y dictando resoluciones en las que interpretan la ley a su sabor y antojo, retorciendo así y poniendo en duda la legalidad de las mismas.

Hace poco tristemente me tocó aguantarme la broma de alguien que mencionaba que “hay dos clases de abogados, los que conocen el derecho y los que conocen al juez”, siendo éste uno de los motivos y del por qué el sistema de justicia no funciona como debería, ha perdido credibilidad a los ojos de la población y es excesivamente costoso económicamente hablando.

Es lastimoso que sean los casos negativos los que más suenan, mientras profesionales íntegros y honorables quedan en el anonimato, arrastrados por generalizaciones que no se aplican a la forma en que ejercen su profesión y no solamente en el ámbito del Derecho sino en todos los ámbitos de la vida.

He tenido la suerte de conocer personas a quienes admiro, respeto, y de quienes he aprendido más que conceptos, definiciones, teoría o práctica; profesionales de quién he aprendido el verdadero valor de la palabra “Derecho” (lo recto) en el ejercicio profesional: “El arte de lo bueno y de lo justo”, profesionales con quienes no solo he tenido el gusto de aprender en las aulas sino también de trabajar con ellas y en este último caso me gustaría mencionar al Licenciado Ángel Estuardo Pulido De León, el profesional con el que inicié mi aventura dentro del Derecho en “la vida real” y que con su ejemplo me hizo darme cuenta que ser íntegro dentro de este medio corrupto es posible, y más que posible, necesario y satisfactorio, que si se puede ser “derecho” aunque los demás se tuerzan.

El Derecho, y hablo de él porque es lo que conozco de primera mano, definitivamente al terminar la carrera no es lo que se esperaba cuando recién se inicia, pero no por ello hay que olvidar los ideales que nos impulsaron a emprender el camino, sea cual sea el medio en que nos desenvolvamos, y como todo en este diario vivir, es en el momento que se pone en práctica cuando se empieza a aprender y es en ese diario vivir, diario ejercer, que si verdaderamente se busca mejorar el sistema judicial, se hace necesario empezar por uno mismo, como profesional, a “jugar limpio”, a “ejercer Derecho aunque los demás se vayan torcidos”.


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 29 de septiembre de 2011.