jueves, 20 de octubre de 2011

Yo, Narco


Guatemala, 13 de octubre de 2011.

Muy estimado lector:

Soy narcotraficante. Perdone el destinatario si obvio el saludo pero con las primeras dos palabras es más que suficiente para que se me excuse de tal falta de delicadeza y de cortesía.

Mi nombre no es importante para efectos de esta carta. Lo importante es lo que hago. Sí, me dedico a la producción, venta y distribución de droga, entre otras cosas. Un negocio, para qué negarlo, bastante productivo y muy bien remunerado económicamente hablando, un negocio donde el mayor riesgo no es la quiebra, sino la muerte.

Mi empresa, y es así como me gusta verla, es como cualquier otra, excepto que no me inscribo en el Registro Mercantil, no presento declaraciones de impuestos a la SAT, no doy factura y jamás tendré que presentarme a un juzgado de trabajo por un problema laboral.

Como en cualquier otra, mi empresa cuenta con un organigrama bien estructurado, jerarquizado cuidadosamente y con sanciones internas muy drásticas para quienes no cumplan las expectativas o metas propuestas. Les aseguro que jamás tendré que lidiar con un sindicato. Es toda una multinacional a la que me siento orgulloso de gerenciar (perdone usted si no les adjunto una tarjeta de presentación o escribo en papel membretado).

Escucho constantemente que el problema principal de Guatemala son las muertes violentas, el crimen organizado y la inseguridad que genera el narcotráfico. No lo niego, he matado con mis manos y también he ordenado hacerlo, es necesario para dejar claro quién es la cabeza en esta empresa. En esta organización la forma más efectiva de garantizar al cien por ciento la “clausula de confidencialidad” es la muerte.

Algo tiene que tener en cuenta mi estimado destinatario, esta empresa no existiera si no fuera por usted, amable consumidor final de nuestros productos. Tampoco existiría si no fuera por todos aquellos estimados padres de familia que se despreocupan viendo como sus adolescentes se consumen en la soledad y usan nuestros eficaces productos para olvidarse de ella, total son jóvenes. También hay que reconocerles su participación activa a muchas autoridades y quienes se postulan para serlo, nos buscan como prestamistas y fuentes de financiamiento de sus campañas.

La relación lógica es fácil, a ningún empresario le interesaría promover y vender un producto que nadie consume. En la ecuación empresarial es necesario alguien que ofrezca el producto, pero más que eso, alguien que lo demande: el consumidor final. Es por ustedes, beneficiarios de nuestros productos y servicios que nos esforzamos por mantener nuestra calidad (aun y cuando no podríamos aspirar a certificación ISO). Nosotros, nuestra empresa constituimos una importante fuente de ingresos en este país donde la tasa de desempleo y oportunidades se incrementa día a día.

Contrariamente a lo que se puede pensar, no nos interesa que se legalice nuestro producto, eso nos permite mantener precios altos y seguir luchando por el monopolio en la región. Mientras más incremente la demanda y los oferentes del producto sigamos siendo los mismos pocos empresarios arriesgados en esta área del comercio, las ganancias serán mayores (no olviden que a los ingresos, aún hay que restarles los costos de producción, venta, distribución y prebendas a todos aquellas autoridades que nos apoyan). Tampoco nos interesa pagar impuestos y que se nos fiscalice.

Después de todo, no somos nosotros los responsables de todas las muertes que se nos atribuyen, solo somos la punta del iceberg y el chivo expiatorio para muchos asesinatos que el Ministerio Publico no se ha dignado a investigar. De las muertes que sí somos directamente responsables, les aseguramos que es un precio mínimo a pagar, todo lo hacemos por ustedes (indirectamente responsables), por mantenernos en el mercado para que puedan seguir disfrutando de los beneficios que nuestra existencia les proporciona: bienes y servicios de calidad.

Me despido no sin antes agradecerle su preferencia en el consumo y en todo caso, si no es consumidor, le agradecemos su indiferencia que nos proporciona las condiciones propicias para seguir operando.

Atentamente,

Yo, narco.


*ADVERTENCIA: La forma en que se encuentra redactado el presente artículo, corresponde únicamente al recurso literario que la autora quiso darle, para efectos ilustrativos del mensaje que desea expresar al lector.


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 14 de octubre de 2011.

¡Feliz Día del Ultraje!

¡Una niña fue ultrajada! Se llamaba Yatzil, en su idioma, su nombre significa “cosa amada”. No era más que una niña, con la tez del mismo color que la tierra que la vio nacer, cabello negro como la noche en luna nueva, sus ojos negros y brillantes como pepitas de zapote y sus dientes cual mazorcas de maíz blanco empezándose a desgranar. Yatzil gozaba de la ingenuidad y la inocencia de quien en sus primeros años descubre la vida y aprende a vivir. Su creatividad e intelecto eran privilegiados. Cantaba melodías que sus padres le habían enseñado como parte de su herencia cultural y llevaba en su cuello un collar, también heredado, de oro y jade.

El agresor fue un extranjero que le llevaba, a la víctima, muchos años de ventaja, un foráneo que llegó al lugar por equivocación porque ahí le llevó el destino. Llegó cargado únicamente de experiencia, en su mente, la creencia de verdades absolutas que jamás se atrevió a cuestionar. En su haber solo tenía recuerdos de guerras pasadas, de exterminios que había liderado, un matrimonio por conveniencia y sus bolsillos casi en quiebra por sus constantes despilfarros. El extranjero llevaba hambre de oro, sed de poder, lujuria acumulada cosida a la piel.

El extranjero observó a lo lejos a Yatzil entre los maizales, la vio jugar con las aves, cantar con el viento, correr, saltar, reír… Le ardió la sangre, la descubrió y la creyó suya, solo pensaba en poseerla aun a la mala. Yatzil no tuvo tiempo para defenderse, no estaba acostumbrada a ese tipo de violencia, no estaba acostumbrada al fierro que le heló la sangre con el solo contacto con su piel, al olor a pólvora, a los hierros que matan más que a la vida, la libertad.

Yatzil fue violada, ultrajada, con violencia fue despojada de sus cantos y de su collar de oro y jade, humillada. Yatzil, para su agresor, era nada, inferior. No pudo correr más entre los maizales porque su pies fueron atados, no pudo cantar más con el viento, sus cantos fueron silenciados por gritos en un lenguaje que no entendía, no pudo volver a hablar con el sol porque se le fue impuesta una fe de hombres blancos so pena del infierno (cuando ya lo estaba viviendo), no pudo volver a levantar los ojos al cielo porque en su espalda cargó con el peso de la esclavitud y la explotación.

Años más tarde, cuando ya no había más jugo que sacar de esa fruta, cuando no había más que exprimir y cuando al viejo extranjero se le acabaron las fuerzas, dejó libre a Yatzil quién, 519 años después, aún sigue celebrando la fecha en que aquel extranjero la vio entre los maizales, la tomó como suya y la despojó de todo aquello que poseía. ¿Qué persona celebraría el día en que fue víctima de ultraje?

América sigue celebrando ese 12 de octubre de 1492, fecha en que Cristobal Colón, auspiciado por España descubrió América. Para hacer más absurda la conmemoración de este día, en la mayoría de países hispanoamericanos, incluyendo Guatemala, se celebra con el título de “Día de la Raza” como si la xenofobia y el racismo actual no fuera más que suficiente por si sola para continuar diferenciándonos por razas.

No tiene mucho sentido ver hacia el pasado, si no es para aprender de él. Es hora que los países hispanoamericanos nos curemos, de una vez por todas, del Síndrome de Estocolmo[1] en que estamos sumidos.

América fue descubierta y colonizada, eso es pasado. Nuevamente somos libres. América tiene mucho que dar. Si es de celebrar, mejor conmemoremos nuestra libertad con hechos concretos, es necesario dejar de ser esclavos de nuestro propio pasado, es necesario dejar de autocompadecernos y de abrir más brechas que nos separen como país, como región, como miembros de una sola raza: la raza humana.



[1] El Síndrome de Estocolmo es una reacción psíquica en la cual la víctima desarrolla una relación de complicidad o un lazo afectivo para con su agresor, principalmente en casos de secuestro.


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 11 de octubre de 2011.

Ejercer Derecho aunque los demás se vayan torcidos


¿Quién no ha escuchado palabras como “Aboganster” para referirse a un abogado? o ¿Quién no sabe o al menos ha oído algún chiste o broma, de esos que abundan y que se repiten sobre Abogados y Notarios? No creo tampoco que exista un solo profesional del Derecho que no haya tenido que aguantarse un par de esos chistes, en su cara, en alguna reunión social a la cual haya asistido.

Hace algunos años, se me brindó la oportunidad de continuar mis estudios en una de las universidades privadas de Guatemala, en la Universidad Francisco Marroquín, por medio de una beca del programa “Impulso al Talento Académico” –ITA-. En una reciente reunión de becados de dicho programa, uno de los jóvenes de primer año me preguntó ¿En qué momento decidí que quería estudiar Derecho o qué me había impulsado a tomar esa decisión? Pregunta, que para ser sincera, nunca me formulé y para la cual no tengo tampoco respuesta, aún y cuando he intentado revolver un poco el cajón de la memoria para encontrar algún indicio que me haga recordar a partir de cuándo sucedió, pero no obstante no tengo respuesta a esa pregunta, lo importante no es en qué momento, sino por qué me decidí a estudiar Derecho.

Como parte de los requisitos para optar a dicha beca, se me pedía escribir un breve ensayo sobre ¿Por qué estudiar Derecho? (habiendo mejores opciones, agregaría una amiga mía) y en el cual esbozaba ideas sobre justicia, verdad, ética, honradez, dar a cada uno lo que le pertenece, libertad, y otros valores con los cuales ensalzaba el “arte de lo bueno y de lo justo” (definición de Derecho atribuida a Celso y con la que se inicia el Digesto) y en aquella recién cumplida mayoría de edad y con la inexperiencia de quién no sabe a qué aventura se está embarcando, inicié a estudiar Derecho (y aclaro, Derecho, no leyes) y veía toda una carrera especializándome en “derechos humanos” o en todo caso “derechos del niño” (pensamiento de quién, por vocación, recién se gradúa como maestra de párvulos), para luego descubrir que los derechos humanos en Guatemala han ido degenerándose y en la actualidad no son más que una ilusión que aboga en primer lugar por los derechos humanos de los “inhumanos”, y que trabajar en este país por los derechos del niño en muchos casos no implica necesariamente trabajar por los más desprotegidos y vulnerables de la sociedad, si tomamos en cuenta el crecimiento no solo del número sino de la crueldad de los crímenes cometidos por menores de edad, aprovechándose de su situación de inimputables dentro del ordenamiento jurídico guatemalteco.

Hay que aceptar que la mala fama dentro del gremio, erróneamente generalizado en lugar de señalar a dedo, se ha ganado a pulso por muchos pseudoprofesionales que de “profesionales” no tienen nada, que se han ido poco a poco añadiendo a las listas extensas de personas que ondean la bandera de la corrupción a todos vientos sin rubor alguno. Como un ejemplo sonado de los últimos noticieros, la Licenciada Beatriz Ofelia de León de Barreda, ex presidente del Organismo Judicial y madre de Roberto Barreda De León, sospechoso por la desaparición de Cristina Siekavizza, en el cual es un secreto a voces el tráfico de influencias, el cobro de favores y la obstrucción de la justicia por parte de dicha señora.

Como el minúsculo ejemplo mencionado anteriormente (minúsculo no por insignificante sino porque es larga la lista de casos que pueden resaltarse) existen muchos casos más de profesionales del Derecho, quizá no tan sonados, enredando procesos, interponiendo infinidad de recursos improcedentes, amparos notoriamente frívolos con el objetivo de burlarse de la ley y la justicia, y por otro lado, jueces y magistrados que ostentan tan “alta investidura” de forma tan deshonrosa retrasando procesos, aceptando prebendas y dictando resoluciones en las que interpretan la ley a su sabor y antojo, retorciendo así y poniendo en duda la legalidad de las mismas.

Hace poco tristemente me tocó aguantarme la broma de alguien que mencionaba que “hay dos clases de abogados, los que conocen el derecho y los que conocen al juez”, siendo éste uno de los motivos y del por qué el sistema de justicia no funciona como debería, ha perdido credibilidad a los ojos de la población y es excesivamente costoso económicamente hablando.

Es lastimoso que sean los casos negativos los que más suenan, mientras profesionales íntegros y honorables quedan en el anonimato, arrastrados por generalizaciones que no se aplican a la forma en que ejercen su profesión y no solamente en el ámbito del Derecho sino en todos los ámbitos de la vida.

He tenido la suerte de conocer personas a quienes admiro, respeto, y de quienes he aprendido más que conceptos, definiciones, teoría o práctica; profesionales de quién he aprendido el verdadero valor de la palabra “Derecho” (lo recto) en el ejercicio profesional: “El arte de lo bueno y de lo justo”, profesionales con quienes no solo he tenido el gusto de aprender en las aulas sino también de trabajar con ellas y en este último caso me gustaría mencionar al Licenciado Ángel Estuardo Pulido De León, el profesional con el que inicié mi aventura dentro del Derecho en “la vida real” y que con su ejemplo me hizo darme cuenta que ser íntegro dentro de este medio corrupto es posible, y más que posible, necesario y satisfactorio, que si se puede ser “derecho” aunque los demás se tuerzan.

El Derecho, y hablo de él porque es lo que conozco de primera mano, definitivamente al terminar la carrera no es lo que se esperaba cuando recién se inicia, pero no por ello hay que olvidar los ideales que nos impulsaron a emprender el camino, sea cual sea el medio en que nos desenvolvamos, y como todo en este diario vivir, es en el momento que se pone en práctica cuando se empieza a aprender y es en ese diario vivir, diario ejercer, que si verdaderamente se busca mejorar el sistema judicial, se hace necesario empezar por uno mismo, como profesional, a “jugar limpio”, a “ejercer Derecho aunque los demás se vayan torcidos”.


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 29 de septiembre de 2011.

Ikariam y algunos apuntes sobre economía de libre mercado


Como una forma de pasar el tiempo, o de perderlo para muchos, Gameforge, una compañía que desarrolla juegos para Internet, lanzó desde el 2008 (antes de la famosa Farm Ville deFacebook) el juego de estrategia llamado IKARIAM, que hasta le fecha es jugado por miles de usuarios alrededor del mundo. El principal objetivo es conquistar y colonizar, pero convirtiendo a la diplomacia y al comercio en dos elementos fundamentales dentro del proceso de expansión. Este juego simula la formación de todo un imperio inspirado en la historia griega y romana. Al inscribirse, cada nuevo participante recibe una ciudad-estado (conocida como “polis”), cuyo territorio deberá tratar de expandir para poder forjar un imperio de gran tamaño, con poderío militar y económico.

Para entender a groso modo como funciona el juego, la ciudad-estado asignada, se encuentra dentro de una isla que es compartida por las ciudades de otros jugadores. En la misma isla se encuentra un lugar “comunal” de explotación de madera como materia prima y uno especial de explotación, también comunal, de materia “de lujo” que van subiendo de nivel por las “donaciones voluntarias” que a la misma hacen los distintos miembros de la isla. Cada una de estas materias juega un papel particular y al interactuar puede resultar positivo o negativo para el jugador, principalmente según la manera como maneje su comercio. A su vez esta isla se encuentra en un “mundo” en el cual hay otras islas, con otras materias primas. El juego siempre evoluciona, es decir, que cuando se cierra el navegador, la vida en IKARIAM sigue, así como todos los personajes que en el mismo se van creando.

Como es de esperarse, en el juego por su naturaleza, uno de los objetivos principales es el comercioentre las distintas ciudades e islas, debido a que cada isla posee una materia de lujo, distinta a las otras, que le es esencial para continuar en el juego, y de acuerdo a ello, a pesar que se establece un canon sugerido de intercambio entre materias, rige principalmente el libre comercio entre las ciudades por medio de la diplomacia. Este intercambio es fundamental, ya que sin ello la ciudad simplemente no puede crecer y por tanto, tampoco puede expandirse y llegar a formar un verdadero “imperio”.

También es de esperarse las alianzas entre ciudades, con varios fines: guerra, protección, comercio, entre otros, y los jugadores se adhieren a las mismas de forma voluntaria, cumpliendo ciertos requisitos que en cada alianza exigen. En las colonias puede también haber corrupción, cuando se amplía la intendencia (que tiene el papel del Gobierno) en un nivel demasiado elevado respecto a las demás construcciones en la ciudad. En general, las reglas de este juego son simples y la estrategia comercial, militar, las alianzas y la diplomacia son vitales si se desea llegar a tener uno de los punteos más altos en este juego, donde miles de personas juegan a la vez e interactúan.

En pocas palabras la tarea es dirigir una nación en la Antigüedad, fundar ciudades, realizar transacciones comerciales y conquistar islas. Ahora la pregunta, ¿Por qué hablar de un juego de internet en un artículo cuyo principal tema es el proceso económico? O mejor dicho, ¿Qué de productivo tendría o qué podría aportar un juego de esta naturaleza al estudio de teorías económicas como la cooperación voluntaria en el mercado o el orden espontaneo, entre otras?

Si bien este juego, es únicamente una pequeña muestra del actuar humano, y en una situación no real, si se puede observar en el mismo algunos factores que de una u otra forma destacan respecto a cómo se va conformando el accionar de las personas dentro de un ámbito determinado, en este caso, su estrategia comercial, política y de resolución de conflictos.

Como se mencionó anteriormente, cuando se explicaba la manera en que este juego opera, se mencionó que al azar, se le asigna a un jugador una isla, con un solo bien “de lujo” a explotar, es decir, se le excluye de producir cualquier otro, y no podría obtenerlo si no es mediante el comercio o el saqueo (el saqueo solo puede darse cuando se ha formado un ejército, es decir, en ya una etapa avanzada del juego) es necesario entonces, y de alguna manera obligatorio el aprender a comerciar para lograr expandirse, el comercio representa entonces uno de los accionares para la obtención de riqueza, para intercambiarlo por otros bienes y a la vez para el consumo, por lo que ningún jugador espera perder en cuanto a sus transacciones, a la vez busca la mayor credibilidad respecto a sus acuerdos comerciales porque el incumplir representaría desde perder a un posible aliado que le pueda proporcionar bienes necesarios, como el ser atacado por otras ciudades y alianzas, y en el peor de los casos, la expulsión total del juego, tal como ocurre en la vida real, las transacciones comerciales, se rigen principalmente por la buena fe guardada, la verdad sabida y sobre todo, el buen nombre comercial es uno de los activos más importantes dentro de una empresa, y no precisamente por leyes que restrinjan de alguna manera las transacciones, siendo entonces cualquier negociación que se realice dentro del libre mercado, un juego ganar-ganar, en el que quien incumple, mancha su buen nombre y por tanto, las oportunidades de negociación y de crédito dentro del medio en que se encuentre, llegando lentamente a desaparecer del mundo comercial.

Por otro lado, tal y como ocurre en la vida real, el conocimiento es limitado, un jugador no puede conocer a cuánto asciende la reserva de determinado bien de otro y por lo tanto, no sabe de las necesidades de consumo que el mismo pueda tener, si no es mediante la oferta y la demanda, lo que cada participante está dispuesto a pagar más por determinados bienes según el nivel de juego en el que se encuentren, y no por ello se podría entonces hablar de aprovechamiento, en toda negociación que se realice siempre se sale ganando, sino simplemente no se ejecuta, su accionar va encaminado a un mayor bienestar en todo momento, bajo el principio del costo de oportunidad.

En el juego, los costos de transacción, si se hace la obtención de bienes mediante el intercambio pueden ser cero, según la estrategia comercial, y según la confianza que tenga con quien comercia, pero si para la obtención de bienes se realiza por medio del saqueo y la guerra, los costos de transacción son elevados pues se debe tener en cuenta que se pueden perder las tropas, incluso la totalidad de ellas si la guerra es perdida y a la vez, el costo de manutención de aquellos que son enviados a la guerra, se incrementa al doble por todo el tiempo que el saqueo dure, con ello, cada vez que se desea obtener bienes de esta manera, en toda actuación de este tipo, el costo de transacción jamás será cero y de ello depende el arriesgarse a saquear ciudades y con ello establecer también un precedente para ser saqueadas o resolver los conflictos por medio de otras vías como la diplomacia para reducir con ello los costos de transacción que eventualmente podrían ocasionarse, siendo entonces un incentivo tanto de manera comercial como de estrategia militar, ya sea positivo, o perverso para la creación de un ejército de mayor numero y el ataque de ciudades menos desarrolladas y de menor nivel que de antemano se sabe que no tienen mayor opción a defenderse.

Independientemente también de las transacciones comerciales que se realicen, cada jugador organiza su ciudad como más le convenga e invierte en lo que considera más útil, asigna trabajadores para la explotación de madera, explotación de los bienes de lujo, milicia y para los investigadores, todos ellos con cargo de manutención, la cual es pagada por los burgueses de la ciudad, quienes son los que producen el oro. Como vemos todas estas actividades se establecen como necesarias, ya que sin ellas no puede irse expandiendo la ciudad y subir de nivel necesitan recursos y las mismas son subsidiadas por quienes tienen el capital, por ello debe tomarse en cuenta que mientras más personas son contratadas para estas actividades, menos personas hay que producen el capital para subsidiarlas y por tanto dicha cuenta debe hacerse equitativamente tomando en consideración los costos de manutención de todos aquellos que laboran para la ciudad, la producción de riqueza y las utilidades que cada actividad genera de manera que aun así, quede una reserva de oro suficiente para realizar transacciones comerciales cuando no se da por medio de permuta, para las ampliaciones a las edificaciones y la adquisición de barcos mercantes y de guerra. Si lo aplicamos al mundo real, lastimosamente este balance no se realiza de forma adecuada y mientras la burocracia va creciendo y el subsidio que se paga por salud, educación, transporte público, programas de cohesión social, entre otros, por medio de los impuestos va en aumento, el capital va en descenso, mientras la base impositiva de los impuestos es más reducida, la tasa se vuelve alta y llega a un punto en el cual la cantidad de personas que aportan el capital no pueden sostener todas las actividades en que se invierte y el crecimiento económico indica números rojos, se desincentiva entonces la inversión en los países cuya certeza jurídica en materia tributaria es menor.

Otro fenómeno muy interesante que se observa en el juego, es que como se mencionó anteriormente es que la mayor parte de guerras y saqueos se da en contra de ciudades “parásitas”, en términos de una economía de libre mercado llamados “freeloaders” que únicamente se aprovechan de los lugares de explotación comunales, en que todos los miembros de la isla aportan para incrementar su productividad voluntariamente porque a la larga les conviene y se benefician directamente de su contribución en mayor o menor medida. En el juego estos se originan por la mismas reglas al igual que en un país donde la ley de una u otra medida los mantiene mediante la recaudación obligatoria, necesitando medidas de hecho a nivel institucional para poder ir eliminándose, cosa difícil de lograr debido a que quienes elaboran la legislación en el país y quienes serían los encargados de dejar de promover estas prácticas, son también freeloaders. A la larga en estos servidores el tener lugares de explotación comunal son incentivos perversos y excusas para saqueos y ataques y no hacer del juego un pasatiempo aburrido y monótono ya que es bien sabido que “lo que es de todos no es de nadie” y por lo mismo, siempre habrá algunos que se beneficien a costa de otros ya que así es el comportamiento humano, pero cuando estas ciudades se encuentran entonces ya destruidas, para evitar el aburrimiento y extenderse, inician las verdaderas guerras entre imperios y alianzas, que al igual que en la actualidad tienen un trasfondo económico, de expansión y a la vez de aprovechamiento de los recursos ajenos.

Ahora, después de este pequeño análisis de cómo en un juego que podría parecer insignificante y una pérdida de tiempo, se convierte en una buena de forma de graficar cómo en el mundo real convergen intereses de todo tipo y se puede ver en escala una gran parte del comportamiento y de la acción humana, si estos conceptos básicos pueden ser fácilmente identificados en menos de semana de juego por cualquier niño alrededor de los 12 años, cabe preguntarse entonces ¿podrán en cuatro años aprender al menos una de estas ideas los que serán electos como nuevos dirigentes de “Guatépolis”?


Artículo publicado en www.lagacetaindependiente.com el 13 de septiembre de 2011.